MUTISMO SELECTIVO
Es un trastorno infantojuvenil que se presenta como un problema de inhibición del habla sin ninguna causa orgánica que lo explique, y teniendo intactas las capacidades de comunicación verbal. El mutismo selectivo puede ser confundido con la timidez extrema, pero es mucho más que eso, se trata de un trastorno asociado a la ansiedad que puede llegar a ser muy limitante y afectar a diferentes áreas de la vida del menor, es un trastorno por ansiedad que se inicia generalmente antes de los 5 años. Su inicio ocurre generalmente cuando los niños asisten a los jardines de infancia, pero no se suele diagnosticar hasta que no acceden a la escolaridad obligatoria donde la ausencia de habla es un problema para la evaluación de algunas materias escolares, se caracteriza por un fracaso reiterado en el uso adecuado del habla de los niños(a)/adolescentes cuando tienen que hacerlo en situaciones sociales específicas, pese a que puede verificarse que hablan en otros lugares. Los niños(a)/adolescentes que cumplen los criterios para el diagnóstico pueden no hablar con todos o parte de sus compañeros de clase, con sus cuidadores y/o con sus profesores, mientras que si lo hacen en casa y con sus amigos.
Existen conductas que pueden ser señales que algo no anda bien en un niño(a) cuando se trata de mutismo selectivo, entre ellas tenemos: hablar y socializar libremente en casa, pero no hablar nada o casi nada en la escuela o con desconocidos, parecer “paralizados” de miedo o “cerrado” cuando no son capaces de hablar, algunos usan gestos, expresiones faciales y asienten con la cabeza para comunicarse; otros tienen dificultad para comunicarse, incluso de manera no verbal.
Es importante que se busque ayuda profesional para abordar esta situación cuando se presente con nuestros hijos, sin embargo, la familia debe estar alineada en cuando a: Evitar criticar, juzgar, o etiquetar la conducta del niño, así como ridiculizar la falta del habla. Con estas conductas incrementamos el temor del pequeño, aumenta su ansiedad, y se intensifica la inhibición del habla. Además, se reduce su autoestima., promover la socialización del niño. Sin presionar, pero ofreciéndole situaciones de contacto social con otras personas., aportarle seguridad y confianza; para ello es aconsejable reforzar sus esfuerzos por relacionarse con los demás, por último, evitar la sobreprotección, y no reforzar las conductas de inhibición del habla. Es importante dar la oportunidad al niño de comunicarse y de interaccionar con los demás, aunque le cueste y tenga dificultades, ya que de este modo podrá ganar confianza. No se trata de presionar al niño, pero sí de favorecer el contacto social con otros.
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